domingo, septiembre 23, 2007

Nación se escribe con sangre


Versión Revisada por el Décimo Aniversario de su concepción y en memoria

al Grito de Lares.



Sólo cuando tuve su rostro frente al mío pude entender la magnitud de lo que estaba pasando. Había sangre derramada por todos lados. La que había sido alguna vez cristalina agua de nuestros manantiales, hoy se proyectaba turbia y espesa. El cielo de nuestro paraíso se confundía con la pólvora traída desde el extranjero para matarnos entre sí. Retumbaban las paredes de los viejos edificios coloniales, testimonio silente de nuestra larga historia. Caían gotas negras de lluvia maldita ante mis ojos atónitos. Y allí estaba él. Bañado en su propia sangre que manchaba el honroso uniforme de un país ajeno. Había muerto un amigo, un hermano de esta misma tierra, un compañero de clases. El mismo con el que compartí tantas alegrías y penas, yacía tendido, aferrado a un arma extraña.
Sabía que esto iba a estallar tarde o temprano, pero me lo tomé a la ligera. Dicen que los latinos somos de sangra caliente y yo la dejé hervir. La pasión se adentró por mis poros hasta convertirse en ríos de violencia desmedida que cegaban mi horizonte haciéndome actuar instantáneamente. Aún recuerdo la primera vez que Arturo me expresó su intención de servir para las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Comíamos en su casa mientras analizábamos las posibilidades universitarias disponibles para ambos. Yo permanecía sumido en mi profunda indecisión cuando me interrumpió. Hablaba con gran emoción de las numerosas ventajas que tenía enlistarse en el ejército norteamericano. No había que preocuparse por elegir la carrera perfecta pues ellos desarrollaban tus habilidades al máximo potencial. El dinero no era problema porque cobrabas un sueldo por entrenarte y estudiar. Incluso, estando en la reserva, tenías un sueldo cómodo, sin mucho esfuerzo. Luego de aquella propaganda gratuita le di mis razones para no aceptar tan jugosa propuesta.
Siempre me había parecido estúpido el hecho de poseer un ejército para velar por la paz. Creo que la simple acción de entrenar a alguien para matar a otro es una provocación instantánea, un atentado contra la vida de los demás. Además, mis ideales me impedían considerar quitarle la vida a otra persona. Apelé a su conciencia para que renunciara a ese pensamiento y pensé que lo había persuadido. Ese año nos graduamos y yo ingresé a la universidad del estado para estudiar periodismo. Arturo, por su parte, dejó en suspenso su futuro. Finalizando mi primer semestre se llevaron a cabo elecciones generales en el País.
Cuando alguien lleva cierto tiempo determinado en una misma posición, por lo general, la gente decide cambiar. Esto suele suceder sin considerar las consecuencias que con ello pueda acarrear. Por eso, luego de ocho años de estabilidad, el pueblo ejerció su poder democrático eligiendo a Pablo Roberto Cañizares como su nuevo gobernador, junto con la consigna de que “el cambio es esencial para el progreso”. En mi humilde opinión, su imagen se vendió como una Coca-Cola. Nunca me convencieron sus propuestas, pero yo era una mínima parte de aquel todo que se derramó en las urnas para elegirlo. Además, en ese momento me preocupaba en lo más mínimo lo que pudiera pasar. Realmente pensé que era un político más, algo inofensivo. Se robaría un par de millones de dólares del fondo federal y se retiraría a buen vivir, lo típico, me dije. ¡Grave error! Éste tenía ambiciones de prócer.
Cuando llegué a la universidad arrastraba el erróneo concepto de que la historia de mi País era una sarta de fechas sin emoción y datos aburridos de una raza sumisa que aceptaba a cuanto invasor pisara nuestras costas y manchara nuestro suelo. Realmente, a veces me avergonzaba de tanta pusilanimidad. Sin embargo, había cabos sueltos que me daban mala espina. ¿Cómo en quinientos años de historia se había soportado tanta opresión silente? Aún el animal más tolerante tiene sus límites y entendía que nosotros ya lo habíamos alcanzado hacía mucho. De todas maneras, aún no llegaba el momento para hacerme esas preguntas.
Una tarde recibí una llamada de Arturo. Me hablaba desde el aeropuerto porque se iba a las Fuerzas Armadas. Se lo había puesto como meta entre ceja y ceja. No me gustaba la idea pero mi deber como amigo era darle el apoyo moral necesario. Sabía que iba a sufrir muchas injusticias y no necesitaba que yo le hiciera la vida más difícil. Mientras tanto, el nuevo gobernador empezaba a dar de que hablar. Anunciaba que su plan de gobierno incluía vender las dependencias públicas para sacarle a la administración ese dolor de cabeza y que pronto comenzaría a escuchar propuestas. El pueblo se sintió traicionado pues esto pondría en manos ajenas los servicios esenciales del País. La gente comenzó a exigir respuestas y él esquivaba hábilmente las confrontaciones del tema con la prensa. En las actividades públicas, cuando algún periodista lo apuraba, no faltaba la famosa frase: “…el gobernador no contesta más preguntas…”, y así escapaba del rollo.
Cuando vendió los primeros dos hospitales no pudo ocultar la satisfacción que le daba su omnipotencia y salió ante la prensa con un ridículo disfraz, burlándose de los periodistas y del pueblo. Muchos le rieron la gracia y otros nos sentimos aludidos. ¿Quién era él para venir a embarrarnos en el rostro las fallas de nuestra Constitución y lo ficticio de la absurda democracia que nos acogía? Nuestra susceptibilidad nos empezaba a herir. Pero aún faltaba un poco más para que estalláramos de verdad. Después de todo, históricamente éramos un pueblo sumiso.
La última carta que recibí de Arturo me había preocupado mucho. Me confesaba que sufría la rudeza del entrenamiento y lo sucio que se sentía luego de haber aprendido a matar. No podía creer lo sencillo del procedimiento que podía apagar en un segundo toda la inmensidad de una vida. Me daba asco pensar que existiera en la tierra un sistema de defensa que promoviera métodos tan crueles para garantizarle la seguridad a su país. Le contesté la carta a Arturo, pero un prolongado silencio suyo me hizo pensar que lo habían trasladado y no tendría forma de comunicarme con él.
Por acá las cosas empeoraban. La arrogancia de Cañizares cada vez era más evidente y se escudaba en que él perseguía lo mejor para el País sin importar el precio que tuviese que pagar. Algunos idiotas lo idolatraban como si fuera el padre de la patria mientras el pisoteaba nuestra bandera, lustrándole los zapatos al presidente de Estados Unidos con ella. Era increíble escucharlo decir tanta basura de que como hijo de esta tierra quería lo mejor para ella y luego decía que la alternativa obvia para nuestro bienestar era la anexión. ¡Que mentalidad de mierda! Ya la sangre me empezaba a fluir con un poco de tibio espesor. La temperatura ascendía considerablemente.
Todo estalló luego de la histórica huelga de los obreros. Por 75 días estuvieron detenidas las labores de varias agencias gubernamentales al negarse a trabajar su mano de obra. Alegaban que sus empleos estaban siendo amenazados por la obsesiva ola de privatización que azotaba al País como una tormenta. Allí comenzaron los lamentables hechos. Los dimes y diretes eran la orden del día desde las altas esferas del gobierno hacia los obreros. Estos cada vez se exasperaban más y el calor del trópico los hacía más efervescentes. Cuando Cañizares empezó a sentir la presión de la huelga, ordenó la intervención de la Guardia Nacional en las manifestaciones. Había que detener de alguna manera la locura que estaba lacerando su imagen. Después de todo, este pueblo era tan manso que un par de macanazos pondrían el orden y devolvería a la gente a sus trabajos. Cualquiera que hiciera alguna manifestación sería arrestado por alteración a la paz. Así se escudaba en nuestro infalible Código Penal. Sin embargo, esta vez el plan no le resultó. En una intervención por detener una marcha, la Guardia Nacional perdió el control de la situación y murieron doscientos obreros que llevaban como única arma pancartas de protesta, cargados de ideales y de esperanzas de una eficaz democracia.
Ya se había cruzado los límites de la tolerancia. Inclusive yo, el pacífico por naturaleza, me tomé como algo personal la arrogancia de Cañizares. Un compañero universitario me invitó a una asamblea secreta que se llevaría acabo para crear un ejército de liberación nacional. Asistí por curiosidad, pero no hacía falta mucha motivación para convencerme. Con sólo pensar en la risa burlona de Cañizares cada vez que expresaba su pésame por los obreros muertos, me carcomía la rabia. La huelga de los obreros se había logrado aplacar, pero el País seguía bastante paralizado. Además, la furia nacional se había despertado y sería muy difícil detenerla ya.
Nos lanzamos a la calle de madrugada, simulando una manifestación. Cuando vino a intervenir la policía, los sorprendimos enfrentándolos y ni sus refuerzos fueron suficientes. Nuestro ejército era numeroso y estaba guiado por la pasión. El País vivía horas de tensión y miedo. El presidente de los Estados Unidos, que estaba muy al tanto de los acontecimientos locales, aguardó un día, pero al ver que ni la Guardia Nacional era suficiente para detenernos, envió varias tropas a las bases militares del País.
La lucha se estaba tornando más sería y comenzábamos a sentir considerables bajas en nuestras filas. Asombraba el resonante silencio de Cañizares. Parecía que no existiera ese líder que llamara a la cordura en medio de tanta confusión. Cuando entraron en acción los norteamericanos, la acción se desniveló. Sus armas y su entrenamiento eran mucho más fuertes, aún así, nuestra pasión nos inyectaba fuerzas.
El factor que decidió la guerra a nuestro favor fue un fenómeno que debió ocurrir desde un principio. Todo el pueblo se unió a favor nuestro, al parecer sintiéndose molestos por la intervención norteamericana. El hecho de que a ellos no les incumbían nuestros problemas fue una razón de mucho peso. Tanta fue la participación de la gente que el presidente respetó la masiva movilización y retiró las tropas, entendiendo el mensaje del pueblo. Para evitar más matanzas, nos otorgó la libertad definitiva como territorio. Sin embargo, ya las muertes eran irremediables. Tanta carnicería se pudo haber evitado, sin embargo hubo que esperar hasta los extremos.
Y allí estaba Arturo. En medio de ese mar de cuerpos inertes, perforados por las balas de la libertad. Bajo la turbiedad de la intolerancia, descansaba en paz, la paz por la que el creía haber salido a luchar, la que su ejército prometía, esa paz paradójica, lograda con armas y a la fuerza. Aún tenía la misma expresión en su rostro, aquella de ignorancia ante el viciado mundo que corrompe sin piedad. Murió confundido, sin entender por qué le dispara a un maestro, a un albañil y a un estudiante. Los mismos que le perforaron el pecho cuando bajó su arma y comprendió que no podía matarlos. Lamentablemente lo descubrió muy tarde. El maestro, el albañil y el estudiante eran hombres que luchaban por su identidad. El era un niño que en ese instante la vino a encontrar.
Cuando descubrí su cadáver maldije la guerra. La victoria nunca me había sabido tan amarga. Busqué una bandera de nuestro País y envolví su cuerpo en ella. Entre las franjas blancas se confundió el intenso rojo de su sangre. Lo llevé adonde ubicaban los cadáveres de nuestro ejército y lo identifiqué para que le dieran cristiana sepultura.
La paz se restableció en el País. Cañizares estuvo desaparecido por varios meses y luego se supo que había huido hacia Washington D.C. y había conseguido un puesto en la Casa Blanca. La relación entre nuestro País y Estados Unidos ha sido exitosa después del conflicto, llegando a importantes acuerdos comerciales que garantizan la estabilidad económica nacional, al menos temporalmente. En lo personal, el golpe de esta experiencia me ha impulsado precipitadamente a completar mi bachillerato. Mi trabajo de investigación para completar la tesis está concentrado en una minuciosa revisión de nuestra historia nacional. Tengo grandes dudas en cuanto al decir popular concerniente al supuesto pacifismo de nuestro País y estoy a punto de romper el mito. Todavía hay mucha omisión en nuestra historia y debe salir a relucir.


FIN

sábado, septiembre 22, 2007

Te vuelvo a fallar


Todo lo que he querido contigo
Lo he hecho mal
Si quiero que sientas mis latidos
Lo hago con ansiedad

Buscando provocarte una sonrisa
Te hago llorar
Queriendo tenerte en mis brazos
Te vuelvo a lastimar

Y aún así esperas
Que algún milagro nos pueda ayudar
Que de alguna forma
Yo pueda cambiar

Sientes mi frustración cuando te digo
Que no te quise herir
Que sólo quise estar contigo
Y hacerte feliz

Pensé que podía ser tu abrigo
Que te podía servir
Pero te desvié de tu camino
Para que estuvieras aquí…

Y aún así esperas
Que algún milagro nos pueda ayudar
Que mañana el sol vuelva a brillar
Que de alguna forma yo pueda cambiar…

Y lo que tengo para ti
No alcanza
Y te vuelvo a fallar…

RJ

lunes, septiembre 10, 2007

Duele


Otra vez se me escapa el pensamiento
Otra vez, no lo puedo ignorar
Yo no creo que este amor este muerto
Pero no te veo luchar

Otra vez me desvelo en momentos
Que pasaron, quizás no volverán
Y aún despierto yo me pierdo entre sueños
Que te traen pero tú ya no estás

Y duele, recrearte
Tan distante
Sin saber si volverías a mí

Me duele, recordarte
O mirarte
Desgarrando mis deseos así…

Otra vez te diluyes en mis manos
Y esta vez podría ser tan fatal
Tanto amarte y este fuego quemando
Pero no te veo luchar

Otra vez en soledad sin tus besos
Cada día es más difícil tratar
Pero tú tienes tu rumbo ya hecho
No te podrías desviar…

Y duele, pensarte
Y soñarte
Si no te puedo amar

Me duele, a diario
Desearte
Sin saber si volverás…

Y no sé que magia tienen tus besos
O que mística me ha hecho embrujar
Enredado en el lenguaje perfecto
No pertenezco y me voy a perder cada día más…

Y duele, extrañarte
Soñarte
Si ya no vas a estar

Me duele pensarte
O mirarte
Si no te puedo amar…

Duele de verdad…

RJ

domingo, septiembre 09, 2007

Escondida en mis sueños


Entre una estela de recuerdos felices
Dejando atrás tantos grises
Y el desvelo más común
Ante la ausencia de amor

Sumergido en el abierto santuario
Donde palpitan los labios
Casi perfectos y añiles
De una delicada flor

Son nuevos los colores brillantes
Que provienen del arte
Que es amar en mil formas
Y acuarelas tan nuevas como el suave de tu voz

Y entre todo este panorama
Y la distancia de tu cama
Te vuelvo a escuchar

Y entre el silencio de un eco
Y la pared del recuerdo
Te vuelvo a inventar

Estas escondida en mis sueños
Donde me hago tu dueño
Sin razón especial

Te tengo resguardada en mi anhelo
Más remoto y sincero
Por si un día, no vuelves más

Yo te pueda inventar…

Dibujada entre abstractos más nuevos
Siempre impredecible
A veces hasta intangible
Te voy a alcanzar

Tú tienes la habilidad
De recrearte en mil formas
Y ante mi ser la misma
No se puede explicar

Sin embargo presiento
Ante tu tono más lento
Y tu mirada lejana
Que te tienes que ir

Y ante este panorama
Y la distancia de tu cama
Te vuelvo a escuchar

Y entre el silencio de un eco
Y la pared del recuerdo
Te vuelvo a inventar

Estas escondida en mis sueños
Refugiada en mil versos
Que de pronto olvidé

Te llevo resguardada en mi pecho
Con un corazón deshecho
Pero que guarda amor

Por si un día te detienes a mirar atrás

Tal vez recordarás…

Un pasado mejor…

Estas escondida en mis sueños
Refugiada en mil versos
Que de pronto olvidé

Te llevo en lo profundo del tiempo
De un destino deshecho
Que yo mismo inventé…

Por si un día no vuelves más

O quizás te detienes a mirar atrás

Puedas, en mi, pensar.

RJ

Milagro Divino


No me toques así
No lo puedo evitar
Siento ganas de amarte

Sabes bien que es así
Sé que ya es el final
Pero que hago con estas ganas de amar…

Se diluyen en mis manos
El deseo y pasión
Las caricias guardadas
El amor que nos definió

Otra noche que sobra
Entre copas de alcohol
Y extrañando tus besos
Esta sed aumentó

Por eso entiéndeme amor
Si al cruzarte ante mi
Te detengo y pretendo
Un beso que te haga recordar

No debemos ceder
Ya lo sé que es deber
Contenerse, antes de perderse en el amor

Por el bien de los dos
Pero me duele igual
Yo quisiera amarte y olvidar

Ser ambiguo es ser humano
Ese al menos es consuelo
Mientras deseo tu pelo
Enredado entre mis dedos

Si quisieras regresar
Ser mi milagro divino
Tal vez habría algún sentido
Para seguir cantando así

RJ

jueves, septiembre 06, 2007

De vuelta aquí


De vuelta aquí en el mismo lugar
Donde sepulté alguna vez mis sueños
De vuelta en esta misma ciudad
Donde traicioné unos besos…

De vuelta aquí en el mismo lugar
El punto de origen de otro desenlace
De vuelta aquí vuelvo a escuchar
Esas palabras que hacen,

Que retumbe como un eco…
Toda esta desilusión
Que se pierda entre mi cuerpo
Otro amor…

Y vuelvo a ver a mi alma desnuda
Reclamándome en indignación
Que la recoja de su sufrimiento
Y la lleve a puerto mejor

Y vuelvo a ver como mueren más sueños
Confiando tener alguna contestación
Para que no sufra de más mi silencio
Para que se llene mi corazón

De vuelta aquí en el mismo lugar
Donde escribí mi última canción
De vuelta en esta misma ciudad
Donde se acabó la pasión…

Y desenfrenados se fueron los besos
Hasta que ya nada quedó
Un día intente recuperar los fragmentos
Pero el amor en pedazos es un misterio que se desvanece

Y no se puede salvar…

Vuelvo a ver a mi alma desnuda
Sufriendo en silencio desde su rincón
Me pide entre lágrimas mi ayuda
Para salvarla de su dolor

Observo atento el morir de unos sueños
Escucho el lamento y la desesperación
Quisiera ayudarles pero es imposible
Esta vez, no tengo la solución

Quisiera ayudarles pero es imposible
Esta vez, no tengo la solución…

RJ

domingo, septiembre 02, 2007

No sé


No sé si te haré la falta
Que me haces tú a mí
No sé si extrañas los besos
Que ayer te di…

No sé si te sientes dispuesta
A huir por mí
No sé si tenga las respuestas
Para hacerte feliz…

No sé, no sé, no sé
Si me quieres todavía junto a ti
No sé, no sé, no sé
Sólo sé que te extraño a morir

No sé si mañana amanezca
Un paisaje como el de hoy
No sé si estarás tú de vuelta
O si todavía estoy…

No sé, no sé, no sé
Que depara el destino no sé
No sé, no sé, no sé
Sólo te quiero al lado mío y eso si lo sé bien…

RJ